Nasser Al Khelaifi dirige el PSG. Es la mano derecha del jeque de Qatar que compró el club y tiene plenos poderes para invertir en fichajes. Además de un cheque enorme, los qatarís saben que el luso exige siempre otras condiciones para entrar en un club que están dispuestos a dárselas. Le ofrece plenos poderes en la parcela deportiva y económica del club francés para fichar lo que necesite y dar las bajas que estime oportunas.
Lo dijo el entrenador el pasado lunes en rueda de prensa: "Cuando acabe la temporada, nos sentaremos y hablaremos. Igual es el club el que no me quiere a final de temporada". El mensaje de Mou no puede ser más directo. Sabe que el descontento es mutuo. Si él no ha ocultado lo suyo, es consciente que en la zona noble no han gustado algunas de sus decisiones, sin olvidar los resultados y el juego del equipo. En el club hay cierta preocupación en este sentido. Pese a que para Mourinho hay un sinfín de factores ajenos a su trabajo para explicar el bache, en el club no encuentran tantos.
El desgaste del Barça
Resulta complicado estar a diario en pie de guerra con más de medio mundo por muy Mourinho que uno sea. El luso cumple su tercer año en el Madrid. Nunca ha estado cuatro temporadas en un club, por cierto. Su batalla permanente contra la prensa o el desgaste de competir con el Barcelona podrían pasarle factura. A Guardiola le ocurrió igual y decidió dejarlo. En el caso del portugués, se le ha podido hacer todavía mucho más cuesta arriba comprobando el poco apoyo que ha tenido lejos de casa.