Kaká es un campeón defensor frenado por Mourinho e indiferente para la afición después de tres temporadas en las que no ha ofrecido el nivel esperado. Pero para el 10 natural mediapunta brasileño no es el fin de su carrera, sino un volver a empezar. "A mis 30 años tengo la misma incertidumbre que cuando tenía 18 y no sabía si entraría en la lista del Sao Paulo", confiesa el jugador, preparado para uno de los mayores retos de su carrera: volver a la cima del fútbol. ¿Por qué?
Hasta en el momento más duro de su carrera no pierde su sonrisa y sigue con su pausa y tranquilidad como modo de vida. Nunca en su carrera cayó en la euforia ni en la depresión. De una fuerza interior brutal, se rebela ahora contra la mano de hierro de Mourinho. Y lo hace aliándose con la paciencia y trabajando como una bestia. En solitario y con el Castilla si hace falta. "Mi oportunidad va a llegar", insiste apoyado en su fe inquebrantable.
El brasileño ha marcado 25 goles con la camiseta del Real Madrid, promediando 0,26 tantos por encuentro. Özil, uno de sus competidores, tiene una media de 0,13, si bien es cierto que el alemán ha jugado muchos más partidos que él en una temporada menos. Con 25 asistencias de gol -el año pasado fue el mejor pasador en Champions-, Kaká también presume de haber intervenido en 50 goles en los 89 partidos oficiales que ha jugado.
Aunque suene extraño, Mourinho no es partidario de que se marchen futbolistas en enero. "Empezamos juntos y terminamos juntos", insiste siempre cuando cierra sus plantillas. Jamás abrió las puertas a uno de sus futbolistas por muy pocas oportunidades que le estuviera dando.